Lucía Anós de Toca
El cambio climático es probablemente el problema más grave y con más repercusión a nivel mundial que nuestra generación va a tener que afrontar. Y a pesar de la magnitud de la cuestión, esta situación que nos incumbe a todos no se está asumiendo con la seriedad necesaria.
Esto me lleva a preguntarme por qué una crisis de tales dimensiones no ha conseguido movilizar a toda la sociedad en busca de soluciones. Una posible respuesta a esta duda, que probablemente esté en la cabeza de muchos, es el hecho de que esta situación no está afectando a toda la población por igual. Es más, me atrevería a afirmar que muchos de nosotros (habitantes del norte global) no somos del todo conscientes de los efectos que ya está teniendo en nuestro planeta.
Esta realidad es todo menos esperanzadora.
El cambio climático tiene un claro impacto sobre el medio ambiente, sin embargo, las consecuencias sociales no se quedan atrás en cuanto a gravedad
La sociedad está claramente dividida en dos partes: el norte y el sur global. Esta división atiende a diferencias económicas, políticas y sociales. El concepto de División Norte-Sur, por tanto, no hace referencia a aspectos geográficos sino a la diferencia del nivel de riqueza o desarrollo que se da entre ambas zonas.
Esta diferenciación entre territorios se hizo evidente en el periodo posterior a la Guerra Fría, cuando se produce la descolonización de Asia y África. Estas zonas, que habían estado siempre bajo la influencia y el control de las potencias occidentales, no habían podido industrializarse y se encontraban en una situación de gran desventaja respecto a la de sus colonizadores.
Las economías de dichos territorios se habían construido en base a las necesidades de estos y no a las propias, y esta situación de dependencia había frenado el desarrollo económico e industrial en estas zonas. Hoy en día, los países del sur global representan a más de tres cuartas partes de la población del planeta. Sin embargo, sólo producen un quinto de los bienes y servicios a nivel mundial.

Conociendo la situación de partida de estos países del sur global, también denominados tercermundistas, podemos entender que cualquier situación de crisis o dificultad añadida causa grandes problemas y acrecienta esta situación de vulnerabilidad previa.
En primer lugar, las economías de estos países son principalmente agrarias, por lo que dependen completamente del medio natural. Es por ello que los cambios en la naturaleza que se producen como consecuencias del cambio climático no solo empeoran la calidad de vida de las poblaciones del sur, sino que además dificultan el desarrollo de su actividad económica. De esta manera, el crecimiento económico nunca llega a producirse y la dependencia de los países del norte no cesa… incluso se ve incrementada.
El ejemplo del agua sirve para representar el problema que se describe en este artículo. Se trata de un recurso esencial para la vida y resulta imprescindible su ingesta por parte de todos los seres humanos, pero además, se requiere para la ganadería, la agricultura y muchas otras actividades. Entre las alteraciones en el clima que se están produciendo, destacan las sequías. Estas sequías se dan en todo el planeta, pero los territorios del sur global, que por su situación geográfica suelen ser más secos, sufren estos fenómenos con mucha más intensidad. Esto, unido a la falta de recursos para afrontar y adaptarse a estos cambios, hace que la situación de muchos de los habitantes de estas zonas se vuelva insostenible y en muchas ocasiones se produzcan migraciones.
Dentro de estas poblaciones, existe un colectivo que se ve especialmente afectado por el cambio climático, el de las mujeres. Estas lidian a diario con situaciones de gran desigualdad y los efectos del cambio climático no hacen más que agravar esta situación. Las mujeres y niñas acaban siendo las más perjudicadas porque en la mayoría de casos son las encargadas de las labores agrícolas, enfrenando problemas como la reducción del espacio cultivable, la dificultad de las condiciones de vida, y el aumento de precios, entre otras. Sin embargo, solo el 13% de ellas poseen sus propios terrenos.
La desigualdad de género también contribuye al calentamiento global. Esto se debe a que las mujeres, que conforman más de la mitad de la población de estos territorios, están completamente reprimidas y no colaboran con el crecimiento económico de sus países, dándose situaciones de subdesarrollo y estancamiento económico constantes.

El cambio climático agrava las situaciones de vulnerabilidad de ciertos colectivos, haciéndolos todavía más débiles y aumentando la desigualdad.
En el número 13 de los objetivos de la Agenda 2030 se encuentra la “Acción por el Clima” y en el número 10 de los mismos, el de “Reducción de las Desigualdades”. Se trata de objetivos muy relacionados entre sí, que requieren de la cooperación internacional para que puedan llegar a cumplirse.
Para reducir esta desigualdad que genera el cambio climático considero indispensable asegurarnos de que los organismos de decisión sean representativos y estén integrados tanto por hombres como mujeres. Otra medida que resultaría efectiva sería proporcionar a las mujeres de países subdesarrollados asistencia técnica, ya que actualmente solo el 5% de estas tiene acceso a ella y de esta manera, además de frenar la desigualdad, se estimularía el crecimiento económico de los países del sur.
Pero sin ninguna duda, la medida que considero más urgente e importante es la de regular la actividad económica de los países del norte. Con ello se limitarían las emisiones de GEI, necesario para alcanzar las metas de desarrollo sostenible y de igualdad, facilitando que los países del sur global se desarrollen. Que nuestra huella ecológica disminuya drásticamente será una de las contribuciones que evita el establecimiento de dependencias por parte de los países del sur hacia los del norte.