Carla Julieta García Bonillo
¡Ojo! Puedes ver el prólogo de Jesús Soto pinchando aquí.
En un taller sobre emergencia climática nos preguntaron si sabíamos la diferencia entre la educación ambiental (EA) y la educación para el desarrollo sostenible (EDS), la que estaban aplicando sobre nosotros. La diferencia es simple pero importante: la EA se centra solamente en la naturaleza, mientras que la EDS empodera a las personas para que cambien su manera de pensar y trabajar hacia un futuro sostenible, en el que el medioambiente, la sociedad y la economía estén en equilibrio.
Muchos de nosotros no somos conscientes de esta diferencia debido a que ambos tipos de educación están ausentes en la vida de multitud de personas. No todos los alumnos tienen una formación ni fuera ni dentro de lo que exigen los sistemas educativos respecto a la emergencia climática, y esto es un problema porque el alumnado puede ser una gran herramienta de difusión de información válida e ideas para la sociedad, ya que formando a los más pequeños estos influyen en sus familias y también en las generaciones posteriores.

Los sistemas educativos no suelen darle la importancia que merece a este tema, por lo que esta formación se intenta reforzar con proyectos extracurriculares en las aulas.
¿Estos proyectos tienen un impacto real en los alumnos? ¿Y en la sociedad?
Donde más proyectos exitosos se realizan son en los países miembros de la UE, donde se firman muchos pactos para terminar con la emergencia climática, y en países asiáticos con mucha naturaleza, como Tailandia. La UNESCO participa mucho en algunos de estos proyectos, como en ‘Compass’ en Tailandia, Phénoclim en Francia, ‘ECO-UNESCO5’ en Irlanda y La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido en nuestro país. Estos proyectos han demostrado aportar a los estudiantes nuevas formas de pensar tanto para alumnos como docentes, destreza tanto en la naturaleza como en laboratorios analizando muestras de la vegetación de los Alpes como en ‘Phénoclim’, sensibilización a los participantes, docentes y familias, valores como el compromiso. En el proyecto ‘Compass’, se desarrolló una brújula de sostenibilidad, una plataforma considerada por los docentes como una herramienta para promover otra forma de pensar. Con este testimonio podemos comprobar que la EDS aporta pensamiento crítico al alumnado y a los docentes, además de que les abre la mente y les hace ser mucho más curiosos en lugar de conformistas.
Estos proyecto también han favorecido el acceso del público general al mundo de la investigación, por lo que abren puertas a otros mundos y ámbitos, incentivado la participación de los jóvenes, mejorando sus cualificaciones gracias a una nueva metodología educativa, les ha animado a pensar de forma crítica e integral y a analizar los problemas para buscar soluciones efectivas rápidamente. Otra prueba más del gran impacto que tienen en todos los ámbitos de las vidas de los jóvenes los proyectos de formación sostenible.
En España, los casos exitosos son menos. Uno de ellos es el del IES Los Castillos de Alcorcón, donde vendieron productos hechos a partir de los residuos del centro y con el dinero recaudado de las ventas financiaron la construcción de 3 pozos de agua en Madagascar. En nuestro país y en el resto del mundo existe una gran red de proyectos a nivel nacional e internacional, Design For Change, una organización global presente en 70 países que promueve la innovación educativa a través del emprendimiento social, con formaciones, acompañamiento y colaboraciones para desarrollar este tipo de proyectos. Las cifras de esta organización son las siguientes: alrededor de 700 proyectos, 6000 personas formadas y 30000 jóvenes agentes de cambio. Pueden parecer muchos proyectos, pero muy pocos de ellos llegan a tener un verdadero impacto en la sociedad y en la naturaleza.
Otro proyecto exitoso en España es 1Planet4All, el cual se compromete a sensibilizar, formar y poner en acción a alumnos y docentes. Forman mediante ligas de debates o campamentos, entre otras cosas, impulsando el pensamiento crítico para ser conscientes de las responsabilidades, causas y consecuencias del cambio climático. Tras la formación tiene lugar la acción, que puede ser tanto a nivel divulgativo, por ejemplo esta publicación, como a nivel práctico.
Como podemos ver, la EDS favorece mucho a nivel personal también, pero al no incluirla en nuestra formación nos estamos privando de todo este crecimiento individual. Esta ausencia de EDS se debe a que se prioriza el temario que se suele calificar como ‘con más salidas’, cuando en realidad estudiar y conocer la emergencia climática en la que nos encontramos no solo nos enriquece académicamente sino también personalmente, porque nos ayuda a ser más conscientes del mundo que nos rodea y también de nosotros mismos, ya que logramos darnos cuenta de nuestro comportamiento y nuestra influencia en la sociedad.
La EDS permite que la gente desarrolle una gran cantidad de valores no solo con la naturaleza y el medioambiente sino también con las personas. Debido a que la sostenibilidad no es solo la naturaleza sino también la sociedad, la EDS también trata este aspecto.
No educar a los jóvenes acerca de la emergencia climática es un gran error ya que tampoco creamos una sociedad conocedora y responsable para solucionar esta crisis medioambiental; y si no somos nosotros quienes empezamos el cambio, no lo van a hacer las grandes empresas y gobiernos. La sociedad es el factor de cambio, y la juventud quien lo lidere. Como se verá a lo largo de los aportes de mis compañeras, queda claro que, a parte de una necesidad académica, hay una necesidad social de introducir la EDS en nuestras aulas.

Continuemos hablando sobre si hacer proyectos de Educación Sostenible, tengan un mayor o menor impacto en la emergencia climática, son efectivos académicamente, debido a que para muchos de nosotros lo que más importa es el currículo, como se demuestra en el escaso número de alumnos que realiza actividades culturales, entre otras. Encontrar tan pocos casos concretos de prácticas aplicadas en centros educativos que fomenten la sostenibilidad demuestra que no se realizan los necesarios como para conseguir el impacto que se busca.
La eficiencia académica de la EDS se demuestra con el estudio que llevó a cabo la Universidad de Stanford en 2017, donde analizó cómo beneficia la educación ambiental a los escolares desde infantil hasta bachillerato, y se demostró que el 83% de los escolares mejoró su comportamiento ecológico, pero que también el 98% del alumnado amplió su conocimiento en otras materias como matemáticas y ciencias.
Gracias a este estudio podemos observar que las ventajas de la EDS van más allá de la formación respecto a la crisis climática, el medioambiente y la sostenibilidad; sino que favorece el rendimiento académico de los alumnos en materias muy importantes y con mucho peso curricular. Esta es una de las muchas razones académicas por las cuales se debería tener más en cuenta realizar proyectos, cursos formativos e incluir asignaturas o actividades de EDS en las aulas. Es curioso que la educación en sostenibilidad no se lleve a cabo porque solo importa el currículo, porque los profesores tampoco tienen tiempo de formarse para así poder formar también a los alumnos, cuando en realidad esta educación favorece a la que parece la causa del problema, el currículo.
En nuestro país, la formación medioambiental está impulsada como iniciativa propia, por los centros educativos, lo que es un problema ya que si estas iniciativas se emprendieran desde el sistema educativo sería mucho más fácil que se realizaran más proyectos que eduquen en sostenibilidad. Aun así, este problema se minimizará gracias a la nueva ley de educación, la LOMLOE, y a la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, las cuales dicen que “el Gobierno revisará el tratamiento del cambio climático y la sostenibilidad en el currículo básico de las enseñanzas que forman parte del Sistema Educativo de manera transversal” y “éste también reconocerá y pondrá los medios y recursos necesarios para que las entidades puedan realizar actividades de educación no formal, entendiendo que es una vía más para promover la implicación en la lucha contra el cambio climático”
En estas leyes también figura que “el sistema educativo no puede ser ajeno a los desafíos que plantea el cambio climático del planeta, y que por ello los centros docentes han de convertirse en un lugar de custodia y cuidado de nuestro medioambiente”. Estas leyes harán posible que a partir del curso 2022-2023 la formación sobre transición ecológica y Agenda 2030 sea obligatoria en el programa educativo de colegios e institutos, y, como está escrito en la LOMLOE, se cree una “educación para la transición ecológica con criterios de justicia social como contribución a la sostenibilidad ambiental, social y económica”.
A pesar de todo esto, muchos echan de menos en la nueva ley de educación la inclusión de alguna asignatura nueva, como muestran en el manifiesto por una educación transformadora de InteRed o el de Opex, para tener un mayor cambio en el sistema y para tener un currículo de emergencia climática más ambicioso, que esté a la altura del desafío al que nos enfrentamos, ya que no se quieren unos pocos contenidos en una asignatura ya existente.
En estos manifiestos también figura que sean brindados los medios necesarios a los centros para que la gestión sostenible de éstos se haga realidad, un compromiso real de las administraciones, formación obligatoria para todos los docentes con la finalidad de poder llegar más lejos en la formación del alumnado y también motivar al profesorado a ejercer esta misión lo mejor posible. Otras proposiciones son elaborar al menos un proyecto al año para que así sea mucho más fácil la colaboración y se incentive al pensamiento crítico y el trabajo en equipo en las aulas, y también la impartición de charlas informativas o cursos para las familias de los jóvenes para que así la educación para el desarrollo sostenible también pueda empezar en casa.
Con esas herramientas será mucho más fácil motivar a los jóvenes y centros educativos, y por lo tanto, también lo será que existan muchos más casos de éxito sobre prácticas aplicadas en centros educativos que fomenten la sostenibilidad, porque al figurar en el currículo, los alumnos se sienten mucho más motivados a hacerlos de manera más profunda y elaborada, consiguiendo un resultado muchísimo mejor.
Como se ha podido ver en esta intervención, la EDS es positiva en un nivel personal, social y académico, por lo tanto debería ser introducida en la educación cuanto antes.