Salud y clima

¿Qué relación hay entre el uso o consumo de recursos naturales y la evolución de las plagas y las pandemias?

Guillermo Jiménez Lara

Viendo la tele con mi hermano pequeño, en un episodio de su serie favorita, mencionaron el cambio climático. 

– ¿Qué es el cambio climático? – me preguntó curioso.

Con 11 años, está en esa fase de su vida donde se lo cuestiona todo. 

«¡Qué pregunta más tonta!», pensé en un principio. Pero en el momento en el que iba a abrir la boca para responderle, me di cuenta de que no tenía ni idea de como explicarle a un niño qué es el cambio climático. Así que me tragué mi orgullo de hermano mayor y le dije:

– Es algo muy extenso y complejo, necesitaría mucho tiempo para explicártelo y no quiero aburrirte.

Aunque era verdad, el cambio climático tiene muchas causas y consecuencias, y no es fácil de explicar ligeramente. Vi su cara de decepción ante mi respuesta y me sentí mal conmigo mismo. Con esta anécdota comprendí lo difícil de explicar, de entender, y sobre todo, de resolver la emergencia climática.

Se trata de un problema muy extenso que requiere una solución bien planificada, aunque nos cueste algo de tiempo elaborarla. No es una cuestión que podamos resolver de un día para otro, y por ello debemos actuar ya de forma colectiva, aportando lo mejor de nosotros mismos. 

De nada sirve reclamar a grandes empresas y gobiernos medidas, si no hacemos nada para lograr el cambio. Es precisamente eso lo que me atrajo de 1Planet4All, y es por eso por lo que estoy escribiendo este artículo. Creo que todos deberíamos comprometernos y ayudar a resolver este problema tan fácil de ver, tan difícil de explicar para unos, de entender para otros, y de resolver para todos.

La relación que existe entre la explotación de recursos naturales y la evolución de plagas y pandemias es una de las consecuencias del cambio climático más visibles a día de hoy.

Aunque no lo parezca, ambos hechos tienen una estrecha relación cuyos efectos estamos sufriendo en la actualidad. A menudo dejamos las cosas para después y esto no es una excepción. Vemos el problema como lejano y sin importancia inmediata.

Creer que el cambio climático es un examen de instituto, que lo dejas para el último día y ya vas saliendo al paso como puedas, acaba en suspenso.

Con investigar un poco es fácil llegar a la conclusión de que la obtención de materias primas de una manera dañina, sin considerar la conservación del ecosistema, y la evolución de plagas y pandemias están altamente relacionadas. Al mencionar la palabra pandemia seguro que te viene a la mente una sola cosa, la COVID-19. Este virus nos ha estado asediando durante los últimos años y se ha convertido en uno de los temas de conversación más recurrentes del mundo. Es raro que haya gente que todavía no piense en cómo se generó esta enfermedad. 

Aunque el origen aún no se sabe con exactitud, de acuerdo con la OMS, lo más probable es que el virus haya pasado de murciélagos a humanos a través de alguna especie de animal intermediaria. En el caso de la COVID-19, ha influido la pérdida del 30% de la superficie forestal del sudeste asiático en los últimos 40 años. Cuando destruimos masa forestal para poner en su lugar asentamientos humanos o explotar recursos de la zona, los que se ven más afectados son los animales de dicho ecosistema (en este caso los murciélagos) que son forzados a desplazarse hacia hábitats urbanos donde conviven con la población y traspasan virus y gérmenes con los que nuestro sistema inmunológico no está habituado.

Una mirada a los orígenes de la COVID revela que otras fuerzas pueden estar en juego. En el siglo pasado, hemos aumentado nuestras demandas sobre la naturaleza, de tal manera que hoy estamos perdiendo especies a un ritmo desconocido. Este rápido desmantelamiento de la vida en la tierra se debe principalmente a la pérdida de hábitat, que ocurre principalmente por el cultivo y la cría de ganado para las personas. Con menos lugares para vivir y menos fuentes de alimentos, los animales encuentran comida y refugio donde están las personas, y eso puede conducir a la propagación de enfermedades.

Dr. Aaron Bernstein, director de The Center for Climate, Health, and the Global Environment de Harvard

Decir que el cambio climático tiene la culpa de la creación de la COVID-19 sería simplificar en exceso y tal vez un desacierto, pero es innegable que existe cierta relación entre ambos. Estamos haciendo que enfermedades exclusivas De animales, hasta el momento, pasen a las personas. Si no paramos esto, la COVID podría ser la primera de muchas pandemias. 

La COVID es solo un ejemplo del daño que nos hacemos cuando destruimos ecosistemas y hábitats naturales, tanto a nosotros, como a la fauna local. Factores como el calentamiento global, la contaminación, la explotación excesiva de recursos naturales, entre muchos otros, están comenzando a pasarnos factura. Es momento de repensar las relaciones entre el ser humano y los factores que lo rodean. Suena hasta estólido decirlo, pero tenemos que tratar de cuidar el lugar donde vivimos o nos quedaremos sin planeta.

La sociedad es la primera que se verá afectada

Un claro ejemplo de esto se explica también con la COVID. Si analizamos los dos últimos años, nuestro modo de vida ha cambiado completamente. Hemos dejado las reuniones presenciales, usado mascarillas que no nos permiten ver la cara de los demás, intentado reducir al máximo cualquier tipo de contacto… Por muy alarmante que suene, toda nuestra sociedad ha cambiado por una pandemia que, como he explicado antes, tiene sus orígenes en el cambio climático.

Aunque es un tema muy actual, la COVID no es la única de nuestras preocupaciones cuando se trata de explotar recursos. Hay muchísimas más enfermedades relacionadas con la degradación de suelos, vertederos, o la destrucción de ecosistemas, sucesos altamente preocupantes sobre los que deberíamos tomar medidas urgentes.

Nos damos cuenta de la gravedad del problema cuando comparamos datos actuales y pasados. La mala gestión de los recursos naturales y el uso de combustibles fósiles han llevado al aumento de temperaturas, que se han elevado en los últimos 30 años a unos niveles nunca antes registrados. En el año 2003, hubo una ola de calor en Europa, que según la OPS, acabó con la vida de alrededor de 70.000 personas. Éste dato fue alarmante ya que fue la primera vez que sucedía algo de tal magnitud. 

Si miramos hacia nuestro futuro, no tiene mucha mejor pinta… para ser honestos.

Según prevé la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año, debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico.

Más consecuencias de la emergencia climática que impactan en esto son las relacionadas con el aumento de las temperaturas o el conocido derretimiento de los polos. Si pensamos en ello, la primera imagen que se nos vendrá a la mente serán los osos polares o el aumento del nivel del mar. Este es un problema grave, pero no el único causado por la destrucción de este ecosistema tan antiguo. Algunas partes del polo norte se congelaron hace más de 2 millones de años, este hielo es el recipiente perfecto para la conservación de seres vivos. Como se han encontrado fósiles de la era del hielo en perfecto estado, estudios de la OMS afirman que hay más de 28 tipos de virus diferentes congelados en el hielo de los polos, contra los cuales, nuestro cuerpo no tiene ningún tipo de inmunidad.

Estos virus son como Capitán América, han estado congelados mucho tiempo y son muy peligrosos.

Despertarlos sería recuperar el caso de las enfermedades que los Europeos llevaron a América en el siglo XVI, que influyeron en el exterminio de la población nativa. Estos virus harían lo mismo con nosotros, producirían enfermedades nuevas que podrían llegar a ser mortales, simplemente porque nuestro cuerpo ha evolucionado y se ha adaptado a las enfermedades actuales. Si nos contagiamos de un patógeno biológicamente tan distinto, lo más probable es que nuestro cuerpo no supiera reaccionar ante esta situación. Es como cuando le preguntas a tus padres algo de lo que estás dando en el instituto y no tienen ni idea, aunque supuestamente tendrían que saberlo. Nuestro cuerpo reaccionaría igual: se supone que esas enfermedades ya las hemos superado como especie, pero fue hace tanto tiempo que las hemos olvidado. Volver a ellas podría sería mortal. 

Otra causa de los problemas que se generan en nuestro hábitat es nuestra forma de vida, concretamente, nuestro modelo de consumo contribuye a la creación de enfermedades en los vertederos. Entre las enfermedades surgidas por la acumulación de basura se encuentran las gastrointestinales, como infecciones de estómago e intestinos, así como la amibiasis, cólera, diarrea y tifoidea, entre otras. Según la OMS, las patologías transmitidas por mala gestión de residuos representan un 17% de la carga mundial estimada de enfermedades infecciosas. La mala gestión de desperdicios es la causa de un modelo de extracción de materias primas incompatible con nuestro consumo desmesurado. 

Para acabar con este artículo se me exige buscar una solución concreta para este conflicto, cosa que no es nada fácil.

En mi opinión existen 2 vías paralelas pero igual de importantes a la hora de resolver este problema: la acción ciudadana y la política. Nosotros, los ciudadanos, somos los que tenemos que tomar la iniciativa a la hora de hacer propuestas para el cambio, debemos mentalizarnos de que tenemos la responsabilidad. Por una parte asusta, pero también nos da la posibilidad de tomar decisiones. Debido a que vivimos en un sistema democrático, el poder reside en nosotros, el pueblo. Manifestándonos y haciendo propuestas para el cambio, el gobierno y la gente que toma decisiones directamente se verán obligados a pasar a la acción y legislar políticas medioambientales que faciliten un medio de vida más sostenible y que penalicen duramente a aquellos que se niegan a cumplirlas. 

Y con esto quiero hacer una llamada a la acción. Quiero aprovechar que tengo la oportunidad de hablar en voz alta ante el mundo para decir esto: si sabes de alguna empresa que produce explotando recursos o maltratando el medioambiente, deja de consumir sus productos.

Esta es la mejor forma de acabar con la destrucción de ecosistemas y la explotación de recursos por parte de las grandes empresas. Si todo el mundo tuviera esa mentalidad, nadie compraría estos productos y esas empresas se adaptarían ofreciéndonos lo que queremos, o dejarían de existir. Nosotros somos los que le damos valor a una empresa.

Sé que piensas que estos pequeños actos no repercuten en nada al ser individuales, pero como he dicho antes, la mejor manera de empezar un cambio es empezarlo tú mismo: nadie lo va a hacer por ti. Esto es como los propósitos de año nuevo. Todos los años te repites a ti mismo que vas a empezar un nuevo proyecto, como ir al gimnasio o aprender a tocar un instrumento, y al final nunca lo acabas haciendo. Y así año tras año. Te engañas a ti mismo y te convences de que este año es diferente y que realmente cambiaras, pero las historia se repite una y otra vez.

Te pido por favor que cortes el bucle, que le pongas un poco de fuerza de voluntad y que te apliques al máximo en resolver este problema que parece que estamos dejando de lado.

Tus pequeñas acciones sirven de mucho y, aunque a veces pienses que eres el único que se preocupa, piensa que estás haciendo lo correcto. Si trabajamos todos juntos el cambio climático seguirá siendo difícil de explicar y de entender, pero estaremos un paso más cerca de resolverlo.

Sobre el autor

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Nací en 2006 en Sevilla. Como adolescente promedio me quejo por todo, mis padres no me soportan, me siento incomprendido y no tengo nada claro. Yo lo único que quiero es ser feliz.
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