Ana Sánchez García
Cuando hablamos de perspectiva de género tratamos de analizar la forma en la que la sociedad entiende que deben comportarse las personas en función del sexo. Es una herramienta conceptual que muestra que las diferencias entre hombres y mujeres no son solamente biológicas, sino que también se dan por cuestiones culturales y comportamientos que han tenido los seres humanos durante las generaciones pasadas.
Actualmente, el género femenino está asociado al hecho de ocuparse de la casa, de hacerse cargo de la familia… En cambio, al género masculino se le asocia el papel de cabeza de familia y de la persona que debe aportar un sustento económico. Todo esto se traduce en un sin fin de desigualdades sociales y estereotipos que siguen perviviendo hoy en día y debemos eliminar. Es decir, la perspectiva de género busca la igualdad entre los sexos para que se dejen de reproducir modelos patriarcales que limitan el crecimiento personal de muchas mujeres en el mundo.

Por otra parte, la emergencia climática es una llamada de alarma por el estado ambiental de nuestro planeta, es decir, es un movimiento que advierte de las consecuencias que podría sufrir la Tierra si el comportamiento humano en relación al medioambiente no varía. El planeta hoy en día está sufriendo una degradación extrema y una destrucción de sus ecosistemas.
Las consecuencias pueden afectar de manera irreversible al ser humano y al resto de seres vivos de la Tierra, por ello debemos luchar y darle visibilidad al término emergencia climática.
De estos dos movimientos tan relevantes en nuestra actual sociedad ha surgido un nuevo concepto llamado ecofeminismo. El ecofeminismo es una lucha que busca una conexión entre la explotación y la degradación del mundo natural y la opresión y la desigualdad hacia las mujeres. El movimiento busca este objetivo de forma pacífica. El ecofeminismo nació a raíz de la unión de las propuestas feministas y ecologistas. Este reúne reflexiones filosóficas y luchas políticas de mujeres que tienen en común la defensa de la vida humana y del medio natural. Además, la unión de estos dos movimientos, que son tan potentes por separado, puede unir a dos colectivos y dar más voz y visibilidad tanto a la ecología como al feminismo. Por tanto, para dar respuesta a esta gran pregunta hemos tenido en cuenta diferentes consideraciones.
En primer lugar, desde un punto de vista objetivo, la perspectiva de género debería ser igual para cualquier persona, es decir, debería ser totalmente indiferente el hecho de ser hombre, mujer u otro género para preocuparnos por un bien común como es el cambio climático. Partiendo de la base que dos personas de la misma generación lleguen a un cargo de poder, en teoría, el impacto de la emergencia climática a lo largo de su trayectoria será el mismo, por lo tanto, la preocupación y el interés en este ámbito deberían estar al mismo nivel.
Pero debemos tener en cuenta que, según los hechos, incorporar perspectiva de género en un alto cargo de poder nos puede llevar a cambios en el funcionamiento de una región respecto al tema climático. Un claro ejemplo surge al observar los países gobernados por mujeres o que han estado mucho tiempo con mujeres en altos cargos, como podría ser Alemania, que ha estado 16 años con Angela Merkel a cargo del gobierno, o Nueva Zelanda, donde su actual presidenta, Jacinda Ardern ejerce como primera ministra desde 2017.
En estos países hay indicadores de menor impacto de emergencia climática, sobre todo en Nueva Zelanda. Y no solo hablamos de la situación en la que se encuentran, sino de las actividades y el contenido de sus programa para intentar buscar una solución a corto plazo para este gran problema. Una evidencia de esto es el reconocimiento internacional en 2020 a Jacinda Ardern por su liderazgo climático, tras la aprobación de la Ley de Carbono Cero en 2019. Ardern afirmaba en la presentación de la misma que no iba a esperar al resto de países para reducir su tasa de emisiones anual: junto al Primer Ministro de Cambio Climático James Shaw, tomaron la iniciativa de empezar cuanto antes a combatir las emisiones de gases de efecto invernaderos, y un año después, obtuvieron este agradecimiento en plena pandemia mundial.
Teniendo en cuenta estos casos, es razonable pensar que el hecho de que un país esté gobernado por una mujer acelera mejoras al problema medioambiental y que, en consecuencia, tendrían que ser potenciados más gobiernos así.

¿Pero es el colectivo femenino el único que deberíamos potenciar en los cargos de poder, pensando en la emergencia climática?
Creemos firmemente en la importancia de la diversidad. La participación de varios colectivos, como puede ser la juventud, en un tema tan importante como es el cambio climático, es crucial. A la hora de tomar decisiones relevantes, es vital considerar la mayor cantidad de miras posible e invitar a personas diferentes para que participen en la decisión, con tal de tener todos los puntos de vista posibles y la mayor representación por todas las partes.
Uno de los grandes retos que tenemos por delante es aportar múltiples puntos de vista, mejoras y soluciones. A diferencia de nuestros padres, no hemos tenido que concienciarnos a una cierta edad sobre el cambio climático. Nosotros, los jóvenes, ya hemos nacido con un problema medioambiental mucho más visibilizado que nos permite preocuparnos de buscar posibles soluciones a muy corta edad, una ventaja a la hora de tratar la emergencia climática.
En conclusión, una perspectiva de género y una visión más juvenil siempre pueden ayudar a dar un giro en los acontecimientos. Y no solo en la emergencia climática, sino a cualquier problemática social. Por lo tanto, potenciar este nuevo movimiento en la sociedad, el ecofeminismo, daría pie a soluciones y mejoras tanto en el ámbito feminista como en el ecologista.