María Vázquez Navarro
Cuando tenía catorce años me fui a un intercambio cultural a Montreal y fue la conciencia medioambiental de los jóvenes lo que realmente marcó mi viaje: conviví con unas compañeras que lideraron una campaña para colaborar con el problema desde el colegio.
Consiguieron implantar un menú vegano diario, un plan de reciclaje, e incluso organizaron una campaña para apoyar la manifestación ante la emergencia climática. Más de medio millón de personas nos manifestamos ese día con el objetivo de llamar la atención y buscar soluciones. Porque el cambio climático nos afecta a todos.
Como lo define la RAE, el cambio climático es el cambio del clima que altera la composición de la atmósfera y que se suma a la vulnerabilidad natural del clima. Como consecuencia de estas acciones, el planeta está sufriendo cambios que nos afectan a todos ya que trae consecuencias en nuestros sistemas físicos, biológicos y humanos.
Pero entonces, si es un problema que recae sobre todos…
¿Por qué no todo el mundo lo sufre de la misma manera?
Muchos hablan del concepto de justicia climática que reconoce el calentamiento global como un problema ético y político, no sólo medioambiental. Ya que el cambio climático podría llegar a amenazar los derechos humanos de algunas personas, ya que el problema fundamental de este término es que aquellos que son menos responsables son los que acaban sufriendo más las consecuencias.
Muchos hablan del concepto de justicia climática, que reconoce el calentamiento global como un problema ético y político, no sólo medioambiental. Esto se debe a que el cambio climático podría llegar a amenazar los derechos humanos de algunas personas, siendo el problema fundamental que aquellos que son menos responsables son los que acaban sufriendo más las consecuencias. El cambio climático, por consecuencia, crea ganadores y perdedores de una manera injusta.
Un estudio de la universidad de McGuill revela que los países que producen menos gases de efecto invernadero por persona son normalmente los más vulnerables al cambio climático.
Esto se debe a que las zonas más cercanas al ecuador serán las más afectadas por el calentamiento global, incluyendo América central, la península arábiga y la mayor parte de África. Y son países como Estados Unidos o los países de Europa del este, los cuales emiten una alta tasa de gases, los que se proyecta que reciban un impacto más moderado.
El ejemplo de Somalia
Somalia es uno de los países más pobres del mundo. Se estima que el 62% de la distribución de su PIB se atribuye al sector primario. El cambio climático ha provocado en países como este fenómenos meteorológicos extremos, como sequías. El 80% del país hizo frente a tres años sin temporadas de lluvia que agravaron el sufrimiento humano. Se estimó que casi 5,4 millones de personas se vieron afectadas y al menos 49.000 se han visto obligadas a huir de sus hogares, provocando migraciones masivas.
Estas sequías causaron un fracaso en las cosechas, resultando en un aumento de la pobreza y la escasez de alimentos. Por tanto, Somalia es uno de los países más afectados por el cambio climático, a pesar de su escasa participación en la emisión de gases de efecto invernadero, una de las principales causas que lo provocan.
Cada vez estos países son más pobres y se ven más afectados por la emergencia climática.

En cambio otros, los grandes productores, obtienen buenos resultados económicos. Por ejemplo, Noruega es un 34% más rico gracias a este crecimiento. Estos países han disfrutado de la explotación de combustibles fósiles para hacer crecer sus economías, mientras otros que no causan el problema, son afectados por él.
Abrimos así un importante debate global sobre quienes deberían reducir antes las emisiones de gases de efecto invernadero y quienes deberían pagar por las consecuencias de sus actos, que afectan a los países más pobres.
La crisis climática es desigual en sus consecuencias y también en su origen
Según Oxfam, confederación internacional que lucha por combatir la pobreza y el sufrimiento, el 1% más rico de la población ha sido el responsable del doble de las emisiones que las provocadas por 3.500 millones de personas. África, el continente más vulnerable ante desastres naturales, solo emite un 3,7% de CO2.
Aquellos que de manera desproporcionada son afectados por el cambio climático, suelen no ser los responsables de causarlo.
Es claro que necesitamos reducir las emisiones de gases para evitar graves consecuencias climáticas que ya estamos presenciando, pero hay que ser justos en quien corta esas emisiones, porque como dice Farhana Sultana, profesora de la Universidad de Siracusa: no podemos seguir teniendo emisiones de lujo y después señalar a aquellos que las tienen para sobrevivir.
Pero no todo el mundo ve el cambio climático desde la misma perspectiva
Económicamente, las industrias justifican sus acciones ya que no están discriminando intencionadamente a las personas más pobres o a las minorías. Estas solo intentan maximizar sus beneficios y reducir los costes de su actividad, aunque eso implique buscar lugares donde la tierra es más barata y los recursos estén más cerca. Casualmente, estos son lugares donde la población se ve más afectada por la pobreza y por los fenómenos climáticos extremos.
Por ejemplo, se consolidó en México un tipo de empresa llamada maquila. Estas se dedicaban a importar materias primas sin ningún tipo de arancel para fabricar un producto que posteriormente se exporta al país que trajo la materia prima, localizándose en ciudades fronterizas como Tijuana para facilitar la distribución. Con fenómenos como la globalización, la maquiladora fue utilizada por muchas empresas para huir de las regulaciones de sus países y desarrollar su actividad con menos costes en mano de obra y menos impuestos.
Muchas de estas actividades hacen que México sea uno de los 15 mayores emisores de gases de efecto invernadero, pero también uno de los países más vulnerables ante el cambio climático. Hasta octubre del año pasado, en este país se habían perdido más de 600 mil hectáreas por incendios forestales provocados por las sequías. Estos fenómenos tienen un gran impacto en su economía, llegando a superar los 1.530 millones de dólares, según el Centro Nacional de Prevención de Desastres.
Es por tanto que, aunque la crisis climática afecta a nivel global, para este tipo de países es un sufrimiento actual. Necesitamos luchar por la justicia climática y reconocer que el cambio climático impactará de manera social y económica en poblaciones vulnerables.
Esta justicia comienza por reconocer que hay grupos que se ven afectados de manera diferentes por el cambio climático. El impacto de este problema puede agravar las condiciones sociales injustas de personas pobres, de color, con discapacidades, mujeres o niños, que son más susceptibles a los riesgos del cambio climático.
Son el ímpetu y las campañas los que construyen las soluciones a la justicia climática
Una sociedad desigual es una peor sociedad para todos. Se necesita primordialmente de la acción de los gobiernos de los países más poderosos para que tomen medidas eficaces para evitar peores consecuencias y tratar de frenar la pandemia climática.
Desde una escuela de Montreal mis compañeras lucharon, tomando medidas en el colegio con el objetivo de colaborar a frenar la crisis climática. Como ellas, otras organizaciones trabajan diariamente para incluir los derechos humanos en la discusión sobre el cambio climático, por reducir los gases de efecto invernadero y promover la justicia alimentaria.
Si los ciudadanos de países poderosos aportamos nuestro granito de arena y ponemos de nuestra parte, podemos exigir que nuestros gobiernos pongan de la suya. Ya que el lado real del cambio climático es personal, nos afecta a todos: a nuestra seguridad, nuestra economía, nuestra comida…
Somos parte del mundo y nuestras vidas están dominadas por la naturaleza. Y el cambio climático, aunque no nos afecte a todos por igual, nos afecta a todos, aquí y ahora.