Alberto Casado
Escribo este artículo en plena ola de calor en España en donde los picos de temperatura oscilan alrededor de los 40ºC. Como siempre, hay voces que aseguran que estas olas de calor no son fruto del calentamiento global, generalmente, opiniones de personas que no son expertas en la materia. Si bien siempre ha habido olas de calor, la ciencia constata que el calentamiento global las está haciendo cada vez más numerosas y más intensas, superando los récords de temperatura de una para otra.
Hablar pues de los efectos del cambio climático es hablar de consecuencias que todos y todas sufrimos en mayor o menor medida, o lo que es peor, con mayor o menor consciencia de que muchos de los efectos negativos y retos globales que estamos abordando como sociedades tienen al cambio climático, si no como detonante, sí como combustible; conflictos, hambrunas, migraciones masivas, pérdida de biodiversidad, dificultades de acceso al agua…
Una respuesta ejemplar y madura por parte de la juventud.
La juventud, sin embargo, ha sido un ejemplo a seguir en su reacción frente a la emergencia climática en los últimos años. En Ayuda en Acción lo tenemos claro. Los y las jóvenes no pasan del calentamiento global, les preocupa y a muchos de ellos y ellas les ocupa.
Este interés lo hemos recogido en nuestra experiencia de trabajo en los más de 21 países en donde estamos presentes trabajando en comunidades muy vulnerables, pero viene igualmente refrendado por muchos informes y estudios. Por ejemplo, en el caso español, la encuesta del INJUVE 2019, reflejada en el informe Juventud en España 2020, que señalaba que el 76% del total de la muestra de dicha encuesta se interesaban por las cuestiones del medio ambiente. Igualmente y en el nivel internacional, el informe de Amnistía Internacional de 2019 que encuestaba a más de 10.000 personas de 22 países de la llamada generación Z que consideraban que el cambio climático se encontraba entre los cinco retos más importantes para los derechos humanos en el futuro próximo. Por no olvidar el auge del activismo – la mayoría estudiantes – a través de movimientos como Fridays for Future, que cobró fuerza con el impulso de las acciones de Greta Thunberg frente al parlamento sueco en 2018, o Extintiction Rebellion, ejemplos de cómo la juventud ha pasado a la acción en la lucha contra el cambio climático.
La movilización frente al cambio climático por parte de la juventud es un reflejo de la madurez que muchas veces les negamos los adultos, ya que, sin que quizá sirva de precedente, han hecho algo que deberíamos hacer siempre los adultos; escuchar a los que saben de los temas antes de actuar, tener en cuenta a las personas expertas, contrastar, analizar y exigir políticas acordes para resolver los problemas o las demandas. Ellos y ellas han tenido el valor y la determinación de hacerse eco de las demandas de la comunidad científica internacional que lleva décadas haciendo sonar una alarma que nadie, hasta ahora, parecía o quería oír y se han echado a las calles exigiendo a los gobiernos cambios. Una alarma que nos señala que tenemos que repensar nuestro sistema que es social, ecológica y económicamente insostenible.
La movilización de la juventud también ha mostrado en cierta medida la distancia que hay entre las demandas de los y las jóvenes y el mundo de la política que debe de abrirse no sólo a escuchar a un público que quizá todavía no vote, sino que debe de tener la amplitud de miras para hacer políticas a medio y largo plazo. La juventud está cansada de la insuficiente y lenta acción de los gobiernos, más ocupados en mantener un equilibrio entre distintos y poderosos intereses económicos que en encontrar soluciones o vías de acción que no nos lleven a un colapso medioambiental irreversible que ni la ciencia podrá subsanar.
Una juventud que entiende las interconexiones globales del clima.
Quizá porque han nacido en un mundo globalizado y cada vez más conectado a través de la red, han sido también más conscientes de entender otras interacciones, las del clima, que también nos afecta de manera global. Hay que actuar local para impactar globalmente, pero debe hacerse de modo coordinado y con el liderazgo de los gobiernos. Lo que hacemos aquí afecta también a otros lugares, de hecho, las comunidades que más están sufriendo actualmente las perores consecuencias del cambio climático y que viven daños en las cosechas, en la producción alimentaria, las sequías, riesgos para la salud, los fenómenos meteorológicos extremos (danas, tormentas, huracanes, …), los grandes incendios, la pérdida de la biodiversidad… son las comunidades que menos han contribuido al calentamiento global. La injusticia también es climática.
La experiencia de Ayuda en Acción con la juventud.
Para una organización como Ayuda en Acción, trabajar con la infancia y la juventud ha sido siempre una prioridad en nuestra intervención. Buscamos que puedan ser actores del desarrollo económico y social de sus propias comunidades, unas comunidades que deben ser seguras y social, económica y medioambientalmente sostenibles. Perseguimos que se capaciten y disfruten plenamente del acceso al derecho a una educación de calidad que les sirva para la vida y que les dé herramientas para participar activamente en la solución de los retos y problemas que tienen sus comunidades. Queremos y trabajamos para que puedan participar en las decisiones y las políticas que les afectan o les terminarán afectando en el futuro más o menos cercano.
Trabajamos con la juventud a través de propuestas de educación para la ciudadanía global que buscan sociedades inclusivas y diversas que sumen a la hora de solucionar los retos globales como la emergencia climática. Propuestas que nos facilitan la interacción con la juventud que, constatamos día a día, no sólo quiere participar en las decisiones que afectan a sus comunidades, sino que ya participa y que, a veces, solo demanda apoyo y foros en donde tenerles en cuenta de manera real y sin condescendencias por parte de los decisores de políticas locales, nacionales e internacionales.
Las gafas progresivas para trabajar con jóvenes.
Para Ayuda en Acción los y las jóvenes son un grupo del que aprender y al que tenemos que escuchar todavía más en nuestro trabajo. La acción que hacemos en las comunidades tiene que integrar la visión de sus necesidades y soluciones. Si bien decir esto es sencillo, también requiere como organización de mayor valentía, menos dosis de condescendencia y más capacidad de escucha y de promoción de espacios de juventud que faciliten una participación cada vez más real. Por ejemplo, cada vez más, estamos creando consejos o grupos de jóvenes que participan desde el inicio en el diseño, seguimiento y evaluación de nuestras acciones.
Los y las jóvenes no son solo víctimas del cambio climático, también aportan contribuciones valiosas para la acción por el clima. Son actores de cambio y son innovadores que bien a través de la educación, la ciencia o la tecnología, están incrementando sus esfuerzos y poniendo en práctica sus habilidades para acelerar las medidas climáticas.
Un error que solemos cometer a veces las personas adultas cuando hablamos de la juventud o trabajamos con ella es que solemos mirarles generalmente desde su proyección en el futuro de las sociedades. Esto es innegable, pero además de mirar sus problemas y demandas con las gafas de lejos, hay que ponerse las de cerca y adoptar una mirada progresiva que nos permita escucharles en el presente, con sus demandas de hoy, y no percibirles únicamente como actores del futuro, ya que esto les quita la parte más importante que todos tenemos en nuestras vidas, nuestro presente, el espacio en donde sucede la vida. Esta mirada progresiva es la que la juventud nos está enseñando con su actitud frente a la emergencia climática que entienden que hay que actuar en el presente inmediato no sólo para tener un futuro como sociedades, sino para disfrutar de un presente más equitativo y justo para todos y todas.