Educación sostenible

¿Percibimos que la educación para la sostenibilidad es una prioridad en nuestro sistema educativo?

Alicia González Bueno

No hace demasiado desde que unos compañeros y yo recorrimos el colegio, clase por clase, presentando un proyecto sobre sostenibilidad en el que habíamos estado trabajando. En una de esas presentaciones, un compañero comenzó a explicar la base de nuestro proyecto y se quedó completamente en blanco… estuvo así unos segundos, hasta que consiguió improvisar una explicación rápida para pasar a lo siguiente. Cuando salimos de clase le preguntamos qué había pasado y nos contestó: “No entendía nada y se me olvidó lo que iba a decir”.

Esto me resultó llamativo. Llevábamos todo el curso con ese proyecto, deberíamos saber definir perfectamente qué es la sostenibilidad y, aún así, muchos compañeros no acababan de entender el concepto. Con esta experiencia me di cuenta de que muchas veces el sistema educativo no nos ayuda a entender conceptos: como mucho nos da una definición, que si quieres te aprendes y si no, no.

Esto es lo que sucede con la sostenibilidad en la educación: puede que sepas definirla, pero nada asegura que entiendas lo que es. Los estudiantes no acaban de entenderlo porque el sistema educativo no lo tiene como prioridad.

Es cierto que si tienes algo de suerte, como tuve yo, puedes tener profesores que te la enseñen. No porque lo pida el currículo de esa asignatura, sino porque lo consideran importante para ti y para el futuro. Aún así el tema que estamos tratando no son estos profesores y profesoras, es el sistema educativo español, que a diferencia de otros temas y disciplinas, no considera que la sostenibilidad tenga importancia alguna en la educación de los jóvenes.

Esta situación plantea un problema muy grave. Escuchamos cada vez más las consecuencias del cambio climático y, sin embargo, el compromiso con la sostenibilidad brilla por su ausencia. Si no les mostramos esta realidad a los jóvenes y no les incitamos desde el sistema educativo a hacer algo por arreglarla, este problema no solo no se detendrá, sino que seguirá creciendo hasta provocar grandes catástrofes.

¿Y por qué no lo hacen, porque no forman a los jóvenes en sostenibilidad?

La respuesta a esta pregunta puede llegar a ser algo triste y desalentadora. El sistema educativo no tiene la inversión y los recursos suficientes para apoyar este cambio porque la sostenibilidad no es una prioridad, por dos motivos. El primero es que cuando un partido político prepara su programa electoral, se centra en lo que puede conseguir durante los siguientes cuatro años de gobierno, no en problemas a largo plazo que no reportan beneficios inmediatos. El segundo es que a esos partidos no les interesan las preocupaciones de la gente joven porque no tenemos voto y somos minoría, así que no se preocupan en invertir en educación sobre sostenibilidad.

Este concepto de “las cosas que a los políticos les preocupa o no prometer” se llama la ventana de Overton, y es el espacio en el que caben las cosas que más les importan a los partidos. Si algo se queda fuera de esta, ningún partido político va a tratar de abordarlo. Y ese es el problema: ni la sostenibilidad ni la educación, y mucho menos la educación en sostenibilidad, entran en la ventana de Overton. 

A día de hoy, no son muchos los recursos que se destinan a promover la educación sostenible en España. La información oficial más relevante que he podido encontrar sobre la educación sostenible es un apartado en el Plan de Acción para la Implementación de la Agenda 2030 elaborado por el Gobierno de España. En este apartado, de apenas una página, se habla de proponer a la Conferencia Sectorial de Educación y a la Conferencia General de Política Universitaria el cumplimiento de la meta 4.7 para 2025. Esta meta estipula literalmente:

  • En 2030, el 100% del alumnado en España adquiere los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y la adopción de estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y de la contribución de la cultura al desarrollo sostenible, entre otros medios.

Esto es esperanzador, pero a día de hoy parece lejano. Dos de los apartados de esa meta dicen lo siguiente:

  1. Incorporar en todos los grados y postgrados la formación en la Agenda 2030 y los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU) para 2021, de forma que todos los estudiantes que completen estudios de grado o posgrado hayan recibido una formación básica en desarrollo sostenible y ciudadanía mundial, al 100% en 2025.
  2. Incorporar para 2022 al sistema de acceso a la función docente (obligatoria y universitaria), en los contenidos mínimos requeridos en los procesos de selección, los conocimientos y destrezas necesarios para la educación para el desarrollo sostenible y la Agenda 2030.

En estos momentos no se ha cumplido ninguno de los objetivos, ni parece que se vayan a tomar decisiones políticas que tengan esto como meta.

Para los jóvenes, los usuarios del sistema educativo, la sostenibilidad es una preocupación real.

No se puede poner como excusa la falta de interés de los jóvenes por este tema, porque la realidad indica todo lo contrario según los resultados de varias encuestas realizadas en distintos países. El Eurobarómetro de la Comisión Europea realizó en marzo de 2019 una encuesta entre jóvenes de 15 a 30 años sobre las prioridades que debería tener la Unión Europea. La más votada (67%) fue la protección del medio ambiente y lucha contra el cambio climático. La segunda (57%) fue la mejora de la educación y la formación, y la tercera (56%) el combate contra las desigualdades sociales, otro aspecto clave en el desarrollo de una sociedad sostenible.

En 2022, el Credit Suisse Research Institute (CSRI) ha publicado los resultados de una encuesta realizada en diez países, incluyendo países desarrollados como Francia, el Reino Unido o los Estados Unidos, y países en vías de desarrollo como India, Brasil o México. Según este estudio, la sostenibilidad es un tema importante para los jóvenes: entre un 65% y un 90% (según qué país) expresó estar preocupado o muy preocupado por ella, y tres de cada cuatro jóvenes tienen intención de vivir de forma sostenible.

Sin embargo, menos del 30% de los encuestados cree que se vayan a conseguir los objetivos a largo plazo relacionados con el cambio climático. En relación con la educación, un 60% de los jóvenes dijo que la sostenibilidad debe tener más presencia en sus currículos.

Además, los jóvenes más comprometidos con la sostenibilidad son aquellos con un nivel educativo más alto, lo que refuerza la idea de que la educación es fundamental para formar una sociedad más sostenible.

Credit Suisse Research Institute

La educación actual no cubre las necesidades de la sociedad en materia de sostenibilidad.

La solución a este problema pasa necesariamente por una mayor implicación de los gobiernos con la mejora de la educación, para que se haga eco de la necesidad de cambiar nuestro modelo de vida y de ser más respetuosos con nuestro planeta. Para conseguir este objetivo hace falta incluir, en cuantas más asignaturas mejor, aspectos relacionados con la sostenibilidad. Algunas posibilidades son:

  • Inglés (o cualquier lengua extranjera): inclusión de vocabulario y ejemplos de textos relacionados con el tema.
  • Matemáticas: uso de estos conceptos a la hora de redactar problemas, ejemplos y ejercicios de aplicación.
  • Física: importancia de la energía, especialmente las energías renovables.
  • Química: procesos que forman parte del ciclo productivo y empleo del agua.
  • Geografía: efectos del cambio climático a nivel económico y social.
  • Ciencias naturales: mostrar la vida en la Tierra como un ecosistema global e insistir en su fragilidad.
  • Economía: enseñar cómo nuestro sistema capitalista pone en riesgo el planeta y sistemas alternativos.

Si queremos lograr todo esto, necesitamos formar adecuadamente a los profesores, y no sólo a los del área de ciencias. El cambio climático tiene una dimensión social que debe ser abordada desde cada una de las asignaturas.

Hablando de forma general, la educación debe formar ciudadanos más conscientes, capaces de pensar por sí mismos y que conozcan realmente las causas y las consecuencias del cambio climático. Por ello, el sistema educativo debe preocuparse por formar personas en el sentido integral de la palabra.

Para promover estos cambios se debe invertir más dinero en educación. España gastó en 2019 un 4,0% de su producto interior bruto en educación, por debajo del 4,7% que es el promedio de la Unión Europea y lejos de países como Suecia (6,7%), Dinamarca (6,3%) o Bélgica (6,2%).

Además de estas posibles soluciones políticas…

Una medida que podrían tomar los colegios e institutos es la de hacer proyectos sostenibles anuales. Un ejemplo de esto es el proyecto UBUNTU, hecho por alumnos del curso 20-21 de mi centro educativo. En este proyecto se dio públicamente información sobre sostenibilidad, se formó a los alumnos sobre esta realidad y se les incitó a tomar acción en el cambio hacia una sociedad más sostenible. Para ello se siguieron métodos de aprendizaje innovadores y se presentó al design for change, una asociación que promueve este tipo de proyectos.

Otro buen ejemplo es el proyecto de Ayuda en Acción, 1Planet4All. Este proyecto presenta las principales necesidades ambientales y climáticas de nuestro planeta, invitándonos a debates o a través de otras actividades, dándole relevancia a la educación en sostenibilidad.

Seamos jóvenes o no, actualmente la responsabilidad de arreglar la situación climática está en nuestras manos. ¿Te unes al cambio?

Sobre el autor

Artículos

Soy de Salamanca. Con 14 años pude unirme a mis compañeros para luchar juntos por el clima, y ahora con 16 sigo haciéndolo cada vez con más ganas. Sé que si nos unimos todos lograremos ser sostenibles, así que, ¿a qué esperamos?
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