Marina Pulido Sánchez
El cambio climático provoca sequías, incendios forestales, lluvias extremas, inundaciones mortales… Pero, ¿estos son todos sus efectos? No. Anualmente millones de personas se ven obligadas a abandonar sus viviendas y emigrar a otras zonas, dejando atrás sus raíces, costumbres, cultura… Es el caso de Serigne Mbaye, un joven senegalés que vive en España desde hace más de una década.
Serigne creció en un pueblo con dos grandes fuentes de riqueza para su población: la abundancia de peces de sus costas y una tierra fructífera con gran variedad de cultivos. Pero debido a una sequía imparable, su única opción fue comenzar una travesía en patera rumbo a España con el fin de no morir de hambre. Tras un viaje inhumano, comenzó una nueva vida que ahora le permite trabajar en el sector de la hostelería y considerarse una persona feliz, pero con una felicidad muy alejada de una vida soñada en su pueblo, con su familia y sus costumbres. Confiesa que el cambio climático se lo ha arrebatado.
Entre 1980 y 2011, los fenómenos climáticos han producido el 86% de los desastres en el mundo ocasionando los movimientos migratorios de una forma intencionada y provocando que las zonas de huida se transformen en zonas envejecidas y despobladas.
Las personas que emigran renuncian a su trabajo y a sus costumbres, adentrándose en un país distinto o en una zona cercana con diferentes condiciones de vida. ¿Están esas personas preparadas para adaptarse a esta nueva situación? En condiciones de cambio se hacen más vulnerables y depende fundamentalmente de sus propios recursos y fortalezas, de su capacidad de resiliencia frente al nuevo lugar, los nuevos retos y las nuevas condiciones climáticas, ambientales, económicas, sociales y culturales.
Las condiciones de vulnerabilidad están vinculadas a la pobreza, la exclusión social, y las situaciones de violencia.
Según el Atlas de la OMM (Organización Meteorológica Mundial), en todo el mundo se registraron más de 11.000 desastres naturales durante los últimos años, que ocasionaron más 24.9 millones de desplazamientos por fenómenos geofísicos y 23.9 millones en relación con el clima. Nos podemos basar en los huracanes de “ETA” e “IOTA”, que afectaron a más de 7 millones de personas en diez países, entre ellos varios de Centroamérica, el Caribe y México.
La OIM (Organización Internacional de las Migraciones) ha recopilado testimonios que muestran cómo la migración en todo el mundo se ve cada vez más afectada por las consecuencias de inundaciones, huracanes y tormentas. En definitiva, por el cambio climático. Y tal como exponía un informe publicado recientemente por la ONU, América Latina y el Caribe serán las regiones más afectadas por el calentamiento global.
Según el informe de La República (periódico económico, empresarial y financiero de Colombia), la migración por cambio climático se acelerará hasta 2050, es decir, el número de migrantes internos podría ascender a 216 millones de personas, casi 3% de la población total de estas regiones. También es el caso del África al Sur del Sahara con 85.7 millones o de Asia Oriental y el Pacifico con 48.4 millones.
El principal objetivo de la OIM en relación con la migración del cambio climático en los próximos años es reinsertar a los migrantes en su país natal tras una reconstrucción de las zonas afectadas.
En general, la mayoría de las personas que emigran tienen un periodo de adaptación lento y no consiguen recuperar su calidad de vida anterior. Se sienten afectadas ante la novedosa situación, se deben formar para aprender un idioma y acomodarse a sus nuevos hábitos.
Las organizaciones de los países con fines en relaciones internacionales se consideran el principal instrumento para hacer frente a los efectos socioculturales causados por el cambio climático. Estos deben crear planes de adaptación dependiendo de las condiciones económicas, culturales y sociales de cada migrante; así como un seguimiento para garantizar su seguridad en el país actual.
Se debe normalizar la acogida de personas con ciertas necesidades primarias
En primer lugar, asegurar la cobertura de alojamiento y manutención hasta conseguir la independencia económica del migrante gracias a un nuevo empleo. En segundo lugar, ofrecerle una formación profesional para facilitar la búsqueda de trabajo. Y, por último, deben tener el derecho de asistencia sanitaria pública.
En definitiva, la población del país acogedor debe tener afecto ante las personas que han abandonado su lugar de residencia y han dejado atrás una vida a consecuencia del cambio climático, ocasionado por todos. Cada pequeño acto que nosotros realizamos es un paso más a la construcción de un mundo mejor para poder vivir.
Nosotros tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo
Mahatma Gandhi