Icono del sitio La juventud responde. Propuestas ante la emergencia climática.

¿Qué debemos cambiar en el sistema educativo para estar más preparados frente a la emergencia climática?

Miguel de la Torre Moro

Desde los años 80, las escuelas públicas de Dinamarca, Noruega y Suecia, incluyen en sus sistemas educativos una asignatura centrada en el medio ambiente. Hoy en día, si echamos un vistazo al “Índice de Desempeño Ambiental” (EPI) que proporciona la Universidad de Yale, Dinamarca encabeza esta lista, Finlandia se encuentra en séptimo lugar, Noruega ocupa la novena posición y Suecia la décima. Mientras que España, que no cuenta con una asignatura como tal que instruya acerca del medioambiente, queda rezagada hasta la posición número catorce.

El presente es, una vez más, un reflejo de la educación que se le dio a quienes lo conforman. Es por tanto, urgente, apostar por las generaciones que harán frente en el futuro al fantasma del cambio climático, que cada vez se hace más visible.

El punto de partida es corregir los problemas estructurales que podemos encontrar en el sistema educativo. Para empezar, sería necesario introducir cuanto antes una asignatura o algo similar, como han hecho otros países, que permita a los estudiantes conocer bien el problema al que tendrán que plantar cara. 

Si observamos el Currículo del Sistema Educativo Finlandés, veremos cómo dentro de las materias cursadas durante la Educación Básica, que dura desde los 7 años hasta los 16, una de ellas está dedicada a los estudios ambientales. Además, se tienen en cuenta una serie de materias transversales que se integran en cada asignatura y, entre estas, existe una centrada en la participación y construcción de un futuro sostenible.

Es también clave fomentar el espíritu crítico y creativo. Asumimos que hay un problema: la destrucción del medio ambiente. Tenemos que buscar soluciones, cuestionar las mismas y, en resumen, verlo todo desde la mayor cantidad de perspectivas posibles.

¿Podemos decir que el sistema educativo español es actualmente eficiente respecto a este punto? 

Un país en el que, desde la adolescencia, el alumnado se ve abocado a estudiar tan sólo asignaturas pertenecientes a una única rama del conocimiento (ciencias, humanidades o artes)… ¿está fomentando un buen desarrollo de la mente de sus habitantes? La historia basta para entender que la respuesta a esta cuestión es, NO.

Tan sólo hay que observar cómo algunos de los grandes genios y pensadores que han existido circularon durante su vida por todo el espectro del conocimiento. Los pitagóricos, por ejemplo, constituyen un figura clave en la historia de las matemáticas desarrollando el famoso “Teorema de Pitágoras” (entre otras cosas), y en la de la filosofía, siendo referentes de Platón entre muchos otros. Más ejemplos en este sentido podrían ser los de Goethe, Da Vinci o Kant.

Y lo realmente importante aquí es que todos ellos aplicaron sus conocimientos de unas ramas a otras, y viceversa, consiguiendo así resultados extraordinarios. Esto nos hacen dudar acerca de la utilidad de la educación especializada que los alumnos españoles reciben desde una temprana edad.

Para ser más rigurosos en esta crítica al sistema, observemos los datos recogidos por el informe PISA realizado en 2018. En este año España vio sus peores resultados en ciencias desde que arrancó el test en el año 2000, con 483 puntos de media (bajando 13 puntos respecto a los resultados recogidos en 2013). En matemáticas la media fue de 481 puntos, cinco menos que en la edición de 2015, cuando se alcanzó el mejor resultado de la serie histórica. En ambas disciplinas, los españoles estuvieron por debajo de la media de 489 puntos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). Es decir, a pesar de tener alumnos tan solamente centrados en estudiar asignaturas relativas a las ciencias (matemáticas, física…) los resultados que España obtiene sobre estos estudios son nefastos. 

En Finlandia, reconocido por los resultados de su gran sistema educativo, los alumnos aprenden sobre asignaturas de todas las ramas del conocimiento en su equivalente al bachillerato. Queda demostrado que la formación multidisciplinar es necesaria para afrontar un problema tan complejo y cambiante como la sostenibilidad.

¿España apuesta económicamente por la educación?

El estado debe asumir una inversión económica grande en la educación para que esta pueda poseer un abanico de herramientas que le lleven a cumplir con su objetivo: contratar expertos que instruyan a los profesores para que estos puedan transmitir los conocimientos necesarios, hacer que los colegios sean lugares donde exista un gran respeto por el medioambiente…

Compararemos la inversión que hace el estado español en la educación con la de algunos de los países que hemos mencionado previamente. Según un estudio del Eurostat en 2019, Suecia fue el país que más gasto público destinó a la educación con un 6,9% del PIB, tan sólo un poco por delante de Dinamarca con su 6,3%. España, por su parte, ocupa la vigésimo segunda posición de esta lista con un 4,0% del PIB, descendiendo en un 0,6% desde 2009.

Los datos hablan por sí solos, encontrando conexiones entre el gasto público en educación, los resultados del informe PISA, la estructura de los sistemas educativos y el nivel de contaminación de los países.

Sin un sistema educativo consistente y serio, la posibilidad de salir victoriosos en esta batalla es, si no inexistente, nula. Y con todo esto, la respuesta a la pregunta «¿tienen los centros educativos recursos económicos y formativos para afrontar el compromiso medioambiental necesario?», es, irremediablemente la siguiente: no.

Este “No” no debe llevarnos al desánimo, es la primera baldosa en el camino del cambio. Debemos cambiar lo que en España entendemos por educación, puesto que para cambiar el mundo, hay que empezar por cambiarnos a nosotros mismos.

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