Beatriz Rivero Suárez
Imaginémonos un polluelo. Nace y no encuentra a su madre. Pasan los días y su madre no aparece. Si su madre no aparece, el polluelo no sabrá cómo alimentarse y tampoco cómo volar. Lo mismo pasa con los niños: si no se les enseñan los hábitos correctos, nunca aprenderán.
A primera vista puede parecer que la educación no tiene nada que ver con la alimentación pero, para que las personas lleven desde pequeñas una alimentación sostenible, en los colegios se debe enseñar cómo llevarla a cabo. Porque nadie nace sabiendo y para poder realizar algo correctamente se debe aprender.
La educación es la base para poder aprender sobre alimentación sostenible.
Una alimentación inadecuada puede tener efectos perjudiciales en la salud y en el planeta
La producción de alimentos irrespetuosos con el medio ambiente supone un exceso de emisiones de CO2, un 26% de los gases de efecto invernadero. Además, su consumo puede provocar malnutrición por la falta de nutrientes que pueden tener y desembocar en ENT (enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación), según el informe de “Dietas Saludables Sostenibles” realizado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la FAO (Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Si se sigue utilizando un modelo que promueve el uso de alimentos no sostenibles se llegarán a necesitar los recursos equivalentes a tres planetas de aquí a 2050.
Ante esta situación, los centros educativos no tienen la capacidad por sí solos de garantizar una alimentación sostenible a todos los alumnos porque no cuentan con los medios necesarios. Aunque muchos centros educativos no tienen el servicio de comedor que sería conveniente para garantizar el acceso a una alimentación sostenible, desde los mismos se pueden hacer otras tres cosas fundamentales que ayudarían a garantizarlo: enseñar, fomentar e intentar llevarla a cabo.

Enseñar sobre alimentación sostenible
Se debería incluir en el temario de la asignatura como Biología o Naturales contenido sobre ello para que los niños puedan aprender más en profundidad sobre el tema. Ese temario podría hablar de los beneficios de los productos, los efectos negativos que se puede tener si no se realiza correctamente o la importancia de llevar a cabo este tipo de prácticas.
La base para llevar cualquier cosa a la práctica es antes saber la teoría.
Para los niños de preescolar y los primeros cursos de primaria la explicación de un tema como este puede ser complicada de entender. Pero explicarlo mediante ejemplos, no de la misma manera que a los mayores, puede ayudar. A un niño de cinco años no le puedes contar que la producción de alimentos insostenibles supone un 26% de la producción de gases de efecto invernadero, pero si le puedes explicar que si usas alimentos que no ayudan al medio ambiente, el planeta se pone enfermo.
Mediante metáforas y ejemplos se puede empezar a explicar a los niños la situación para que adquieran conciencia sobre el problema.

Fomentar la alimentación sostenible
A los cursos menores se les puede enseñar cómo plantar verduras en un huerto, o cómo hacer que lo plantado se mantenga utilizando los mínimos productos químicos posibles. Después se les enseñaría lo plantado para que vean el resultado que tiene el cultivo de manera sostenible. Y también se les pueden proponer juegos que incluyan la temática del medioambiente relacionada con la nutrición.
Para los cursos superiores, mostrarles cómo llevar a cabo los métodos para realizar una dieta sana y sostenible a través de excursiones y otras alternativas. Se podría utilizar también el ejemplo del huerto, pero con la diferencia de que a los cursos de la ESO se les podría enseñar a cocinar con los productos anteriormente planteados.
Es importante tener en cuenta que esto no se les puede mostrar a los alumnos exclusivamente, sino también a los padres, porque los niños por muy mayores que sean no suelen realizar la compra y decidir qué comer cada día.
Por eso, mediante charlas informativas, los padres pueden ver cómo realizar una dieta sostenible y las consecuencias de no realizar una dieta sana (las enfermedades que eso puede generar, los efectos en el entorno…). Esta es una manera que tiene el centro de intentar garantizar una mejor alimentación fuera del mismo.
Aunque el centro no pueda garantizar que todos sus alumnos lleven a cabo lo que buscamos, sí puede garantizar que toda la comida que ellos proporcionan sea sostenible. Por ejemplo, puede tan sólo ofrecer frutas de producción local en los recreos a todos los alumnos o contratar a empresas que garanticen que su comida está realizada con productos ecológicos para sus servicios de comedor.

Todas estas pequeñas cosas son acciones que los centros educativos pueden llevar a cabo. Son acciones minúsculas que todos podemos realizar en nuestro día a día, que si se realizaran de manera individual y aislada no tendrían ningún impacto, pero si se realizan en conjunto pueden suponer un gran cambio. Y todo gracias a la educación.
En conclusión, aunque en un principio a una herramienta como la educación no le vemos la relación directa con el medio ambiente, hemos visto que sí pueden tenerla y que pueden suponer una gran herramienta para mejorarlo.