Educación sostenible

¿Son los centros educativos un espacio para fomentar una ciudadanía comprometida con el desarrollo sostenible?

Elena Machado

Víctor Hugo decía que «produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla, mientras el género humano no la escucha». Y así es. Estamos haciendo un daño irreparable y devastador al medioambiente sin ni siquiera ser conscientes de ello. Simplemente, lo ignoramos. ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo podemos ayudar desde casa? ¿Es tan grave como dicen el cambio climático? ¿Crees que llevas la vida más ecológica que podrías llevar?

Como apunta el dicho, un grano de arena no es nada, pero millones de granos forman un desierto. Todos, debemos dejarlo claro, tenemos que aceptar que la crisis climática es un problema colectivo que necesita muchísima colaboración y, sobre todo, una toma de responsabilidad. 

Cada vez son más las voces que insisten en la importancia de educar en ello y cambiar este gran problema que estamos viviendo: campañas, organizaciones, manifestaciones, actividades escolares… muchas iniciativas que en los últimos años hemos visto crecer. Un ejemplo de manifestación fue el pasado 24 de septiembre de 2021, que reunió a miles de jóvenes reivindicaron medidas contra el calentamiento global y por un desarrollo sostenible en 16 ciudades españolas y 1.500 localidades de otras partes del mundo.

Lo importante de esto es la movilización masiva de jóvenes, que a fin de cuentas, es lo que buscamos: implicarnos para contribuir a visibilizar el problema del cambio climático, conocerlo, concienciarnos y cambiar las cosas. 

Convertir en hábito lo que nos cuesta, con constancia y compromiso.

En la universidad de Londres se logró una respuesta objetiva sobre cuánto tardamos en acostumbrarnos a un hábito. Tras realizar un estudio con 96 participantes, se les pidió que escogieran una actividad que no realizaran diariamente. El estudio tuvo una duración de 84 días y el promedio de días que se necesitaron para convertir una actividad en hábito fue de 66.

Es decir, solo necesitamos dos meses para crear un hábito de reciclaje, no malgastar agua mientras nos duchamos, utilizar el transporte público y muchas más actividades que podemos hacer fácilmente generando un gran cambio en el medio ambiente. De hecho, vivimos en un tiempo de tal dificultad que hasta incluso deberíamos estar dispuestos a sacrificar mucho más que dos meses de nuestro tiempo. 

La educación es una de las herramientas fuertes para construir hábitos y fomentar una ciudadanía comprometida con el desarrollo sostenible.

Siempre hemos escuchado que la educación es la base de la sociedad, al igual que la sociedad debería ser la base de la educación: las sociedades han ido progresando a raíz de que la gente tuviera acceso a una buena enseñanza. Si echamos la vista atrás, vemos que los grandes cambios que se han producido en generaciones anteriores, pero en lo mediambiental se han producido eventos o logros importantes recientemente. Como ocurrió el 22 abril del 2016, cuando más de 20 millones de personas tomaron las calles para protestar por la poca preocupación por el cambio climático y para tener una educación completa y adecuada en este ámbito.

Podemos solucionar el problema medioambiental con la ayuda de los centros educativos, son un pilar fundamental y solo en España hay 28.816 centros con aproximadamente 8.200.000 alumnos. Si realmente todas estas personas hicieran un mínimo esfuerzo por el medio ambiente o obtienen conocimientos propios sobre éste tema, podrían hacer un gran cambio y mejorar esta situación. 

Hay que insistir en la concienciación de los valores y los comportamientos que favorezcan la participación efectiva de la población frente a la crisis climática. La educación para el desarrollo sostenible así entendida puede y debe ser un factor estratégico que incida en el momento de desarrollo establecido para reorientarlo hacia la sostenibilidad y la equidad.

La educación para el desarrollo sostenible se tiene que convertir en una base para elaborar un nuevo estilo de vida.

Al final lo que buscamos es concienciación, conocimiento, actitud, aptitud, capacidad de evaluación y participación. Pero ¿realmente los centros educativos fomentan una ciudadanía comprometida con el medio ambiente?

Desde 1992 empezó a tener reconocimiento en los currículos de la enseñanza obligatoria este tema, dentro del Área del conocimiento del medio natural, cultural y social. A lo largo de estos años ha habido reformas educativas para introducir nuevas actividades para que los alumnos desarrollasen competencias en el conocimiento y la interacción con el mundo exterior. 

Durante los últimos años la escuela ha trabajado esta temática en forma de lecciones ambientales o proyectos de participación. Asimismo, en la formación sobre sostenibilidad para los jóvenes ha podido intervenir todo aquello que se transmite informalmente en el día a día del centro escolar. Con todo ello, el alumnado construye su propia formación.

La escuela como centro de iniciativas para tratar de frenar el cambio climático.

De todas las medidas puestas en marcha en los últimos años destacan los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), que impulsa la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 2012. El número 13, referido a la Acción sobre el Clima, marco de su apuesta educativa para el cambio climático, señala:

  • Resulta igual de importante progresar en ámbitos como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la formulación de políticas gubernamentales eficaces, como brindar educación y formación para concienciar a un público lo más amplio posible.

Señalando que la gestión ambiental de una escuela necesita plantearse unos objetivos de calidad, educativos y sociales, acordes a los ODS, la ONU afirma que realmente los centros educativos son un espacio clave para fomentar una ciudadanía comprometida con resolver el problema medioambiental.

Un centro educativo que camina hacia la sostenibilidad es una comunidad escolar que busca nuevas formas de ver nuestro futuro común, que participa de manera activa, que utiliza el pensamiento crítico, aclara valores, vive y siente el medio ambiente, actúa responsablemente y busca un objetivo que debe ser concienciar a su alumnado para asegurarse de que ellos harán un cambio fuera del ámbito escolar.

Otra prueba la aporta recientemente la Universidad de Stanford, que analizó cómo benefician una asignatura medioambiental o actividades impartidas sobre estos problemas desde la etapa infantil a bachillerato. La conclusión es clara: el 83% de los alumnos se veían más implicados y mejoraban su comportamiento ecológico. 

¿Qué necesitamos para cambiar y actuar?

Hablando sobre los problemas que se producen a raíz de intentar impartir conocimientos sobre medio ambiente en las escuelas, encontramos falta de conciencia, irrespeto y poco sentido de pertenencia. La carencia de atención a las habilidades socio-emocionales esenciales para el desarrollo sostenible es una de las claves comprobadas en un informe realizado en 2021 por la UNESCO, ‘Aprender por el planeta’, que analizaba los planes educativos de 50 países.

Este estudio también indicó que un tercio de los 1.600 profesores y funcionarios del ámbito educativo que fueron escogidos para la encuesta, afirmaba que estas cuestiones medioambientales no formaban parte de la formación que impartían. Y aunque esto cada vez pasa menos y conseguimos involucrar en esta preocupación a más personas, demuestra aún tenemos que hacer un gran esfuerzo y deshacernos de la pereza de formar parte de la solución.

Todos tenemos nuestros propios principios, nuestra forma de ser y nuestro estilo de vida; y aunque vivamos en una sociedad consumista, podemos tener buenos hábitos y hacer buenas acciones por el medioambiente. Muchas veces llegan a nuestra cabeza preguntas como “¿y esto para que me sirve?”, pensamientos como “yo paso de esta asignatura sobre el medioambiente” o “esto no sirve para nada”… Aquí es donde reflejamos nuestro egoísmo.

Yo respondo con un sí. Claro que sirve. Si estamos viendo que vamos a peor, algo tendremos que hacer. Ahí entran todas las medidas propuestas, todas las organizaciones que están en marcha para parar este problema y todo el esfuerzo personal que debemos hacer cada uno.

¿Los centros educativos son realmente o suficientemente ecológicos para darnos ejemplo a nosotros, los jóvenes?

Desde pequeños somos esponjas: cogemos todo lo que vemos y oímos, y lo copiamos. ¿Por qué no usarlo para adoptar buenas medidas y conductas responsables con el medio ambiente? Que nuestros centros fueran ecológicos y dieran ejemplo a sus estudiantes desde las etapas más tempranas de la educación sería un gran paso.

Un gran problema que observamos en los centros educativos es que son espacios donde realmente se malgastan muchos recursos de los que, desgraciadamente, escaseamos. El consumo de agua normalmente es de 8.000 litros diarios y puede subir, cuando se desperdicia, a 14.000 litros. En cuanto a luz, en los colegios hay una media de gasto de 1350 kW/h al mes. Teniendo en cuenta la cantidad de centros educativos que tenemos en España las cifras son más de lo recomendable, aunque afortunadamente cada vez bajan más gracias a métodos y tácticas para ahorrar.

Entre otras medidas eficaces, se pueden instalar paneles solares es una inversión ecológica costosa pero a medio plazo se recupera la inversión económica. Invertir tiempo en un huerto escolar también es una gran idea que fomenta el desarrollo y el aprendizaje de los niños a la hora de recrearlo fuera del colegio. Participar en proyectos ecológicos que ayudan a ser más activos y conscientes para solucionar la problemática que vivimos es otra medida. Existen reductores de caudal, dispositivos de seguridad y muchos más objetos ideales para reducir el consumo de agua hasta un 70% de lo consumido.

Hablando desde mi experiencia, en mi colegio hicimos el experimento de dejar distribuidas papeleras de distintos colores para cada tipo de basura y fuimos recogiendo las bolsas que se llenaban. cambiándolas por otras. Al cabo de dos semanas, el papel y el cartón lo donamos a Caritas, y lo demás lo reciclamos tirando la basura en su respectivos contenedores. Fue una forma diferente concienciar, viendo cuanta basura generamos en tan poco tiempo. Y es una actividad entretenida y factible que educa.

Los ecocolegios han aumentado en número, lo que reciclan y no malgastan tanto. Siendo bastante fácil y sin requerir mucho esfuerzo cambiar y mejorar los centros educativos, hagamos este esfuerzo en busca de una ciudadanía comprometida con el medioambiente.

Sobre el autor

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Me considero de mente abierta, decisiva y emprendedora. Tengo la capacidad de resolver o, al menos, intentar solucionar problemas. Mentalmente he evolucionado bastante y las cosas que he aprendido me han hecho llegar a ser la mujer que soy hoy en día. Me gusta leer e investigar sobre cosas nuevas, sobre todo temas de mi interés.
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