Pablo del Castillo
¿Queremos caviar? Sobrepesca y caza furtiva. ¿Queremos un sabroso jamón? Largos periodos para alimentar a los cerdos. ¿Disfrutar de los sabores y provocar hambre? ¿Prescindir de estos y reducir la hambruna?
Estos alimentos no son compatibles con una producción ecológica y conducen al incremento del hambre. Los primeros provocan gran sobrepesca, poniendo en riesgo la reproducción de las especies y haciendo que vayamos teniendo menos peces con los que alimentarnos. Los segundos llevan a una gran matanza de animales, quitando la vida a más de los que se consumen, y conllevan una larga alimentación para el animal con recursos que dejamos de invertir en reducir el hambre
Y todo por no dejar de disfrutar de un sabor un poco más placentero.
Nos encontramos en los comienzos del siglo XXI, en una sociedad cerrada en sí misma que antepone su bienestar ante todo, algo propio del instinto animal. Si se le da a un humano a elegir entre 2 pastillas como las de Matrix, que sean aumentar su propio bienestar (color azul) o reducir el malestar de otro (color rojo), seamos francos: gran parte elegiría la azul.

Vamos a ponernos en contexto respecto a la pregunta planteada.
En primer lugar es necesario saber que una producción ecológica, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, es un sistema de gestión y producción agroalimentaria que combina las mejores prácticas ambientales junto con un elevado nivel de biodiversidad y preservación de los recursos naturales, así como la aplicación de normas exigentes sobre bienestar animal. Más sencillo: consumir sin herir.
Por otra parte, encontramos una de las consecuencias de vivir con placer: el hambre. Pero oye, lector, no te confundas. No hablamos de que te has dejado la merienda en casa y te duele el estómago. Hablamos de la escasez generalizada de alimentos básicos que padece una población de forma intensa y prolongada.
Ahora que estamos dentro de Matrix te estarás preguntando qué relación hay entre ambos conceptos. Bien, mientras que ustedes ven estos temas como la gran distancia que había entre el Océano Atlántico y el Pacífico, tan lejanos pero que acabaron muy cerca, yo os mostraré el canal de Suez.
No son pocos humanos los que sufren hambre. Según unos informes realizados por la ONU, unos 811 millones de personas (la décima parte de la población) padecen subalimentación en el mundo. ¿Por qué? Aquí nos acercamos al Canal de Suez.
En la mayoría de lugares de internet encuentras estas causas como las principales del hambre: la pobreza, la inestabilidad laboral y, sin ir más lejos, la escasez alimentaria o el desperdicio. Pero atento, que esto no engloba tan solo tirar un plátano con mala pinta o dejar una comida hasta ponerse mala, y aquí volvemos al comienzo de lo que has leído. También comer este jamón o disfrutar de ese manjar llamado caviar produce desperdicio.
Usaremos de ejemplo el jamón del principio de estas líneas. Los cerdos, animales de los que procede, son cebados con una inmensa comida innecesaria y químicos poniendo en riesgo el nivel de bienestar animal, siendo esto nocivo para una producción ecológica.
Algo parecido pasa con el caviar. Para obtener este manjar estamos poniendo en juego muchas cosas, como la existencia del esturión. Precisamente, por este tipo de consumo se paga una cantidad de dinero muy elevada porque este animal del que procede se encuentra en peligro de extinción.
Todo eso sucede por el consumo de estos dos alimentos. Si prescindimos de ellos, podremos responder a la pregunta planteada: sí, una producción ecológica sí es compatible con reducir el hambre.
Por ejemplo, el dinero dedicado a engordar a los animales podría invertirse en los humanos y la única consecuencia sería no saborear un sabroso jamón. O evitar la explotación de animales en riesgo de desaparición aumentaría los ejemplares de dicha especie, sumando a la cantidad de alimento que generaría la procreación de la especie.

Tras haberos mostrado el canal de Suez entre la producción ecológica y la reducción del hambre, tenemos un objetivo: hacer que nuestra sociedad elija esa pastilla roja de Matrix dejando a un lado el placer del paladar para contribuir a una producción más ecológica.